Rolex celebra en 2022 los 96 años del Oyster, primer reloj de pulsera hermético del mundo, una innovación que transformó para siempre la concepción de los relojes. Preciso, robusto y fiable, el Oyster se ha convertido en el reloj de referencia de los exploradores y pioneros de todo tipo, cuyas hazañas han contribuido a forjar la reputación de este reloj legendario. Hoy en día, Rolex sigue reforzando los criterios de rendimiento que hacen que los relojes Oyster sean Cronómetros Superlativos.
Creado en 1926, el Rolex Oyster significó una importante innovación relojera al mejorar de forma esencial lafiabilidad y la precisión de los relojes de pulsera; una epopeya retratada aquí a travésde los escritos de Hans Wilsdorf, el fundador de Rolex. Desde entonces, la marca no ha dejado de innovar para fabricar, con un savoir-faire único, relojes de excepcionales prestaciones.
Oyster: “El mejor reloj de pulsera del mundo”
«Señores, fabricamos el mejor reloj de pulsera del mundo». En enero de 1927, el fundador de Rolex, Hans Wilsdorf, se dirige a una asamblea de minoristas relojeros para presentar su última creación: el Rolex Oyster («ostra» en inglés), primer reloj de pulsera del mundo totalmente hermético y estanco que se había lanzado unos meses antes, en 1926. «La invención más importante de los últimos años en el ámbito relojero», asegura. Hans Wilsdorf cuenta con una legítima credibilidad para realizar tal afirmación: en poco más de veinte años, ha fundado y establecido la marca pionera del reloj de pulsera, que se ha distinguido
por realizar espectaculares avances en materia de precisión, y cuyo original diseño permite a su fundador proclamar la creación en aquel momento de «más modelos de éxito para el mercado británico que toda la producción suiza junta».
Dominar la precisión
La precisión fue el primer caballo de batalla de Hans Wilsdorf. En 1910, un reloj de pulsera Rolex es el primero en obtener un certificado de Cronómetro —una distinción oficial de precisión— emitido por un organismo oficial de control de la marcha de los relojes en Suiza. Por primera vez, un reloj de pulsera resulta ser tan preciso como un reloj de bolsillo, la referencia en aquel entonces. En 1914, el mundo relojero, estupefacto, descubre que un reloj de pulsera Rolex ha logrado obtener un certificado de clase «A» del Observatorio de Kew en Gran Bretaña, la más alta instancia de la época en materia de precisión cronométrica.
Hasta entonces, esta certificación estaba habitualmente reservada a los imponentes cronómetros de marina, que se sometían a pruebas extremadamente severas durante 45 días para obtenerla. Por primera vez, Rolex demuestra algo difícilmente concebible en aquel momento: que los de pulsera podían igualar a los relojes más precisos.
Mediante este éxito, Rolex contribuyó de manera significativa a establecer la credibilidad de este tipo de reloj, considerado hasta entonces como una joya femenina de precisión más bien aleatoria.
En un documento publicado con motivo del 40º aniversario de Rolex en 1945, Hans Wilsdorf relata las dudas que se planteaban en aquella época: «Los relojeros de todos los países se mostraban escépticos, vaticinaban un fiasco absoluto del reloj de pulsera. Aducían, entre otros, los siguientes argumentos: el mecanismo de esos relojes, a la fuerza pequeño y delicado, no podría soportar los movimientos violentos de los gestos humanos; el polvo y la humedad dañarían rápidamente el mecanismo, por muy bien construido que estuviese. En un movimiento tan pequeño no podría obtenerse ni precisión ni una marcha regular».
Una vez superado el reto de la precisión, Hans Wilsdorf se dispone a resolver los otros dos: «Yo les repetía sin cesar a mis colaboradores técnicos: “Tenemos que conseguir crear una caja cuya hermeticidad garantice definitivamente nuestros movimientos de precisión frente a los estragos del polvo, la transpiración, el agua, el calor y el frío. Solamente así quedará asegurada la perfecta precisión del reloj Rolex”», explica.
La hermeticidad, garantía de una fiabilidad a toda prueba
Con la presentación del Oyster, el fundador de Rolex coloca un segundo hito esencial en la materialización de su visión. El Oyster propone, en efecto, «la solución ideal a un problema que ha confundido a todo el mundo desde que los relojes se llevan en la muñeca», declara. Y avanza: «Pronostico que el Oyster va a popularizar el uso de los relojes de pulsera entre los hombres, más que cualquier otra cosa que se haya logrado hasta ahora».
Con el Oyster, explica Hans Wilsdorf, ya no hay necesidad de quitarse el reloj para lavarse las manos o bañarse, cuando se trabaja en medio del polvo de un taller o cuando se suda abundantemente.
«Usted puede llevar su Oyster en la muñeca pase lo que pase, que nunca le fallará». Une promesa jamás incumplida que convertirá al Oyster en el reloj escogido por numerosos pioneros de la exploración, desde las más altas cumbres a los océanos más profundos.
Gracias a una caja dotada de un ingenioso sistema patentado de bisel, fondo y corona enroscados, el Oyster herméticamente sellado ofrece una protección óptima del movimiento. El Oyster representa así un concepto relojero completo que abarca la caja y el movimiento en una perspectiva global de mejora del rendimiento cronométrico. Si Hans Wilsdorf presenta el Oyster como «la invención más importante de los últimos años en el ámbito relojero», es porque su hermeticidad aporta también un significativo avance en términos de mantenimiento de la precisión con el paso del tiempo. El fundador de Rolex lo explica con detalle en 1927: «Además de ser resistente al agua, a las impurezas y a todo lo demás, [el Oyster] ofrece la importantísima ventaja sobre todos los demás relojes de que mantiene su precisión y no se desvía gradualmente, y cada vez más, por la sencilla razón de que la verdadera causa de estas irregularidades se ha eliminado. Todos sabemos que los pivotes [de los trenes de ruedas] han de engrasarse, y que el aceite atrae todas esas finas partículas de polvo que penetran constantemente, incluso en cantidades muy pequeñas, en el movimiento de todos los relojes, por muy cuidada que sea la fabricación de la caja.
La rotación de los pivotes transforma gradualmente el aceite en pasta, que espesa con el paso del tiempo y a medida que se mezcla con el polvo. Esta pasta actúa como papel de lija sobre los pivotes y los piñones extremadamente finos, lo que los desgasta poco a poco, de un modo relativamente ínfimo, desde luego, pero suficiente para deteriorar la precisión. […] Nuestro Oyster, al excluir toda partícula de polvo, siempre mantendrá su precisión».
Y el Oyster presenta una tercera ventaja. Hans Wilsdorf había comprendido la importancia de la apariencia estética de un reloj de pulsera, que se lleva mucho más a la vista que uno de bolsillo: «El problema de la caja hermética se resuelve de una vez por todas, y de tal forma que la belleza del diseño va de la mano de la utilidad».
El origen del nombre Oyster
¿Por qué Hans Wilsdorf llamó a su reloj hermético Oyster («ostra» en inglés)? En 1945 lo explica: «El hecho de que, a semejanza de una ostra, pueda vivir en el agua por un tiempo ilimitado sin sufrir ningún daño en su organismo, me inspiró ese nombre de ‘Rolex Oyster’, bajo el cual se ha hecho famoso en todos los países».
Se muestra aún más explícito durante su discurso de presentación de su famosa invención en 1927: «La ostra es una modélica guardiana de su casa que no tolera absolutamente ninguna mota de polvo o cualquier otra impureza. […] Pues bien, señores, nosotros hemos adoptado sus cualidades, así como su nombre. He aquí un ejemplar del Rolex Oyster, bautizado así porque vive en el agua y excluye toda impureza».
Una revolución relojera
El Rolex Oyster resultó ser, en efecto, una de las más importantes invenciones relojeras de su época, como cuenta Hans Wilsdorf en 1945: «En aquel momento [1926], la idea de un reloj resistente al agua todavía era nueva para la gran mayoría de relojeros, que no veían la necesidad.
Podríamos incluso evocar muchas asambleas de fabricantes y técnicos en las que el mero hecho de plantear tal cuestión y debatir la solución al problema provocó más sarcasmos que argumentos objetivos». Pero Hans Wilsdorf perseveró y logró, mediante una intensa comunicación, que este reloj se adoptara en el extranjero. «Las demás fábricas no pudieron hacer otra cosa que seguir este movimiento, que iba a tener enormes repercusiones para la relojería suiza. […] En efecto, resultó que desde aquel momento (1927) se exportaron relojes de pulsera herméticos por valor de más de mil millones de francos suizos a través
de los cinco continentes. Añadamos a esto que el desarrollo del reloj hermético tuvo como resultado no menos tangible una completa reformulación de la fabricación de la caja en Suiza. Todas las fábricas de cajas tuvieron que adquirir nuevas máquinas mucho más precisas (ya que las antiguas ya no eran apropiadas para una elaboración tan delicada). Se invirtieron millones de francos en esta nueva técnica, y ello también trajo consigo una nueva época de prosperidad para la industria de la maquinaria. En cuanto a la industria de la caja, logró reconquistar en Suiza el primer puesto mundial en un momento en el que se veía gravemente socavada por su competidora extranjera».
La cuerda automática, la culminación del Oyster
Protegido como está por su caja hermética, el Oyster original mantiene un fallo en su blindaje: como a todos los relojes de su época, hay que darle cuerda regularmente para proporcionarle la energía necesaria para su funcionamiento. Esto implica desenroscar la corona hermética, causando así una brecha entre el exterior y el interior del reloj por la que se pueden infiltrar la humedad y las impurezas. Para culminar el Oyster y garantizar un entorno verdaderamente hermético para el movimiento, había que tapar esa brecha de modo que el reloj pudiese dar cuerda al movimiento por sí solo, sin necesidad de energía externa. La idea de la cuerda automática ya había sido puesta en práctica en relojes de bolsillo por ilustres relojeros del siglo XVIII y, posteriormente, se había retomado en los años 1920 en relojes de pulsera, pero sin resultados verdaderamente satisfactorios. Con la misma determinación de la que había hecho gala para superar los obstáculos técnicos y las mofas de sus coetáneos respecto de la precisión de los movimientos de pequeño tamaño y la obtención de una caja realmente hermética, Hans Wilsdorf se empeña en enfrentarse al desafío de la cuerda automática para acabar convirtiéndole en el tercer pilar del Oyster.
Tras varios años de investigación, los equipos técnicos de la Manufactura de relojes Rolex en Bienne acaban por hallar la solución. Rolex deposita a partir de 1931 una serie de patentes sobre un mecanismo de cuerda automática con rotor libre, denominado «Perpetual», que se convertirá en el estándar adoptado por el mundo de la relojería. La cuerda del reloj se carga por sí sola durante el uso, pues cada movimiento de la muñeca hace girar el rotor que engrana con el fleje del reloj.El sistema Perpetual de Rolex presenta otra ventaja: arma el muelle de barrilete de forma constante, garantizando así una mayor regularidad y una mejor precisión del movimiento del reloj. El rotor Perpetual constituye de alguna manera la culminación del concepto del Oyster, ya que mejora sus cualidades de precisión, hermeticidad y fiabilidad al tiempo que libera al usuario del reloj de la obligación de darle cuerda manualmente.
Así nació el Rolex Oyster Perpetual, un reloj tan innovador, eficiente y avanzado a su tiempo que su concepción ha influido de un modo esencial en la manera en que se fabrican todos los relojes.
El Oyster Perpetual, arquetipo del reloj moderno
Al establecer el estándar del reloj de pulsera preciso, fiable y automático, el Oyster Perpetual de Rolex parece ser el verdadero arquetipo del reloj moderno, el reloj que cambió a todos los demás. ¿Qué reloj no es mínimamente hermético hoy en día? La mayor parte de los relojes mecánicos modernos son también automáticos, y se inspiran, casi invariablemente, en el sistema de rotor libre desarrollado por Rolex.
Desde entonces, Rolex jamás ha dejado de innovar y de superar los límites de lo que se creía posible en relojería, y desde hace 90 años siempre ha ido un paso por delante para materializar la visión de su fundador: fabricar, con un savoir-faire único, relojes de pulsera de excepcionales prestaciones.
Las versiones del Oyster
Basándose en el Oyster Perpetual, Rolex ha desarrollado con el paso de las décadas una verdadera colección de relojes en la que cada nuevo modelo responde a necesidades y usos específicos. En su origen, los Oyster —y posteriormente los Oyster Perpetual— eran relojes tan polivalentes que han sido utilizados tanto en ciudad como en condiciones extremas por nadadores, pilotos de automovilismo, aviadores, alpinistas y exploradores de toda clase, en cualquier lugar en el que
un reloj fiable y preciso, capaz de resistir a los elementos, fuese un instrumento esencial.
En 1945, para celebrar los cuarenta años de su fundación, Rolex lanza un Oyster Perpetual de gran prestigio en oro, con una innovadora visualización de la fecha en una ventana situada en la esfera en la posición de las 3 h: el Datejust. Desde entonces, los Oyster pasan a dividirse en dos categorías: relojes clásicos especialmente elegantes y equipados con calendario, como el Datejust o el Day-Date, que muestra el día y la fecha (1956), o más recientemente el Sky-Dweller, dotado de un calendario anual y de un doble huso horario (2012), y por otro lado, Oyster especializados, denominados «Profesionales», verdaderos relojes-herramientas que proponen características o funciones adicionales destinadas a actividades específicas. Estos últimos, a menudo, se han desarrollado basándose en los comentarios, observaciones y experiencias de usuarios de Oyster Perpetual originales en su ámbito.
Así, una de las primeras versiones profesionales del Oyster, el Oyster Perpetual Explorer, nació en 1953 tras el primer ascenso exitoso al Everest. El Explorer se diferencia, fundamentalmente, por una esfera luminiscente extremadamente legible en cualquier circunstancia y un brazalete metálico.
También en 1953, Rolex lanza el modelo Submariner, un Oyster Perpetual con hermeticidad reforzada y provisto de un bisel giratorio graduado, diseñado específicamente para el buceo submarino. Estas versiones del Oyster, cuya forma obedece a su función y cuyo nombre designa a menudo una categoría de usuarios, introducen numerosas innovaciones para responder de la forma más práctica, funcional y fiable posible a necesidades específicas de medición del tiempo.
Explorer, Submariner, GMT-Master, Yacht-Master y Cosmograph Daytona, cada modelo Profesional de la colección Oyster se convirtió así en una referencia en su ámbito, en un auténtico arquetipo del reloj de expedición, de buceo, de piloto de línea, de regatista o de piloto de automovilismo.En el diseño y evolución de sus diferentes modelos, Rolex considera el reloj en su conjunto. Las innovaciones afectan tanto a los elementos externos del reloj (caja, esfera, brazalete y cierre) como al movimiento mecánico, con el fin de proponer relojes cada vez más eficientes a todos los niveles: de la precisión a la legibilidad, pasando por la ergonomía, el confort, la fiabilidad, la resistencia a los elementos y perturbaciones, pero también la estética. Este enfoque ha favorecido la integración vertical de Rolex, que domina de forma interna la totalidad de los componentes esenciales de sus relojes, desde la caja al movimiento, según criterios de calidad de lo más exigentes.
También explica la evolución gradual típica de los relojes Rolex, pues determinadas innovaciones desarrolladas para un modelo concreto se aplican a otros. En el ámbito de la caja es el caso, por ejemplo, del Cerachrom, componente de cerámica de alta tecnología prácticamente inalterable, patentado por Rolex y lanzado en 2005. Utilizado como disco de bisel en el GMT-Master II, se trasladó a los relojes de buceo, a los modelos Yacht-Master, y se utilizó en versión monobloque para el Cosmograph Daytona. En lo relativo al movimiento, la espiral Parachrom azul paramagnética, desarrollada y patentada por Rolex, también se ha ido imponiendo gradualmente en numerosos modelos desde el año 2000.